Mientras haya una sola mujer amenazada por serlo, no descansaremos.
El 25 de noviembre es el día mundial contra la violencia de género.
En Scilla Meccanica nos sentimos a la vanguardia de la lucha contra la estupidez y la delincuencia de los hombres.
No se trata de todos los hombres, por supuesto, solo algunos. Se trata de esos pocos que llevan al extremo, con sucesos trágicos y violentos, visiones y culturas de supremacía de género muy arraigadas en mundos generalmente organizados por varones, que tienen orígenes muy lejanos en la historia.
Sin embargo, son mundos que siguen formando parte, monstruosamente, del pensamiento retrógrado y de los hábitos tortuosos del hombre común. Ese hombre, aparentemente amable en su círculo de confianza, que no comete actos de violencia explícita: el padre, el marido, el hijo, el novio, la pareja, el amante, el amigo, el hermano, el tío, el primo, el jefe, el colega, el socio, el conocido, el traidor.
La modernidad del varón se disuelve en su ambigüedad de pensamiento: el protector de su propia madre y de su mujer, sacrificándose en el altar de los principios sagrados, pero súbitamente arrebatado por el fuego arrasador del prejuicio y el juicio despectivo hacia la mujer que se expresa libre, crítica y autónomamente.
Más aún, la modernidad del varón se destruye en su silencio ante la repetición diaria de noticias de violencia contra la mujer:
En 2021, cada día en Italia 89 mujeres son víctimas de delitos de género. En el 62 % de los casos se trata de maltrato dentro del seno familiar. Los feminicidios ocurren a razón de uno cada 72 horas.
Mientras el hombre siga midiendo su relación con la mujer y con el sistema organizado de la sociedad con el principio codicioso e infantil del derecho de propiedad sobre la mujer y los puestos de responsabilidad, independientemente de los méritos, nunca podrá haber paz.
Nunca puede haber una competencia sana, ni entre géneros, ni entre grupos étnicos, ni entre culturas, ni entre religiones, ni entre economías, sino entre intelectos. La potenciación y el estímulo de las habilidades y aptitudes verticales y transversales de todos los seres humanos, que podrían llevar la existencia misma de la humanidad y del planeta hacia mejores perspectivas que las que hoy podemos vislumbrar.
La mecánica es un mundo tradicionalmente dominado por hombres. En este entorno se respira todos los días el prejuicio del hombre hacia la mujer: desde los roles dentro de la empresa hasta los calendarios colgados en las paredes. También ocurre en la estética de las ferias, lamentablemente todavía muchas veces ligada a esa absurda combinación de «mujeres y motores» que, en su expresión más banal y obsoleta, desemboca en las «chicas del paraguas» de Moto GP o en las «azafatas» mudas y desnudas de las retransmisiones televisivas.
Scilla Meccanica quiere destacar en esta lucha. Muchos puestos corporativos estratégicos están ocupados por mujeres. No por ser mujeres, sino por el mérito absoluto de ser personas pensantes, organizadas y capaces.
Otros muchos puestos están ocupados por hombres, no por derecho de nacionalidad, ni por astucia, ni por malicia, ni por arrogancia, ni por gallardía, ni por ningún tipo de privilegio sino, como es el caso de nuestras extraordinarias mujeres, por su sólidos valores de comportamiento, habilidades adquiridas, capacidad de implicación, comunicación, de trabajar en equipo y tirar de él.
La premio Nobel Rita Levi Montalcini ha afirmado:
«Es fácil ser femenina, solo necesitas un par de tacones de aguja y llevar poca ropa... pero para ser mujer tienes que vestir tu cerebro con carácter, personalidad y coraje».
Siguiendo el concepto, podríamos añadir que es fácil ser masculino cuando basta con la exhibición de los músculos y la prevaricación. Para ser hombre, sin embargo, bastaría con empezar a comprender e interiorizar el concepto de respeto.
Respeto por las ideas, respeto por lo que es diferente, respeto a las reglas... respeto por las mujeres.
Glauco Pigoli
arquitecto - gestor de proyectos
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